Moisés, el Intercesor

 


Leyendo un poco acerca de la historia de este gran patriarca, pude notar el buen ejemplo que nos dejo a nosotros en este tiempo presente.


Moisés, cuyo tiempo de vida fueron 120 años, nos enseña que su estadía en esta tierra fue dividida en 3 grandes etapas de formación, de 40 años cada una. Los primeros 40 estuvo en Egipto, en el palacio, siendo formado como un ciudadano de la realeza; los siguientes 40 años estuvo en el desierto, huyendo de la ley egipcia, siendo capacitado en el arte de sobrevivir en ese tipo de lugar y finalmente sus últimos 40 años, sirvió como pastor o libertador de una nación completa.


En cada una de esas etapas, Dios le estaba enseñando el arte de servir a sus hermanos, al pueblo de Dios. En la primera intercede entre ellos al ser testigo de una pelea, en la segunda etapa decide atender el llamado de Dios de presentarse ante el mismo faraón, con el propósito de interceder a favor de la liberación de ellos y en sus ultimo 40 años somos testigos innegables de la maestría con la cual se presentaba ante Dios a favor de la nación de Israel.


La vida de Moisés es un ejemplo claro de un hombre que nació, se formo y vivió como un intercesor a favor de la nación israelita.


Como hombres y mujeres de Dios, que hemos sido llamados a esta tarea, debemos considerar cada una de estas etapas que vivió Moisés. Desde el mismo momento en que tuviste algún sueño, revelación, visión o te sentiste inclinado a la intercesión con algún estudio bíblico o predicación alusiva al tema, puedo decir sin temor a equivocarme, que naciste para esta tarea. Nuestra responsabilidad ahora es formarnos, capacitarnos, cada día aprender mas acerca de esta asignación, y no solo limitarnos a lo teórico, sino dar un gran salto a la vida practica de la intercesión, a tener un estilo de vida que gire alrededor de este hermoso llamado a interceder.


En la vida de Moisés, vemos como grandes milagros, señales y prodigios ocurrieron. Pero no podemos olvidar que esas manifestaciones se dieron producto de una vida de obediencia, santidad y servicio a Dios en intercesión. ¿Quieres ser testigo del Poder de Dios? Entonces, atendamos el llamado que se nos ha hecho.


Dios te bendiga, querido intercesor.

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